Salman Khan, fundador de Khan Academy, una de las más importantes empresas que ofrecen
cursos en línea gratuitos ofreció una entrevista para la revista especializada Technology Review donde habla sobre el espíritu que guía a su compañía y da su opinión
sobre el presente y futuro de la educación en línea gratuita.
Technology Review (TR): Khan Academy afirma que quiere “proporcionar una
educación gratuita de primer nivel, a cualquiera, en cualquier parte”. Es un
gran objetivo. ¿Cómo se le ocurrió?
Salman Khan (SK): Cuando
rellené los papeles de Hacienda en 2007 para obtener la condición de
organización sin ánimo de lucro, es lo que puse en la casilla donde ponía:
´misión´. En ese momento había grabado unos cuantos cientos de vídeos de
YouTube. Así que era más una aspiración. Ahora desde luego es nuestra misión y
también se ha convertido en una especie de lema. Forma parte fundamental de
nuestra creencia de que no debería haber barreras para experimentar la parte de
aprendizaje de la educación.
TR: ¿Podemos profundizar un poco en el eslogan? Porque
nada es realmente ´gratis´. Alguien tiene que pagarlo.
SK: Para
nosotros, gratis significa gratis de verdad. Por ahora lo han pagado los
donantes. A largo plazo, creemos que habrá otra forma de conseguir ingresos que
no entren en conflicto con la parte ´gratuita´. Hemos aprendido la lección de
lo que ha pasado en el Children’s Television Workshop, la gente que hace Barrio
Sésamo. Ofrecen su aprendizaje gratis, pero evidentemente les ha ido muy bien.
No sé si los muñecos Sal funcionarán tan bien como los muñecos Elmo, pero la
idea general está ahí.
Primero
sin quererlo, y ahora más intencionadamente, estábamos construyendo una marca
en un espacio en el que hay muy pocas marcas. Con el paso del tiempo, si la
gente dice “Confiamos en Khan Academy. Ahí es donde vamos para asegurarnos de
que nos enteramos de las cosas”, imagino que podrían surgir juguetes o libros
de terceras partes; algo que ya hemos empezado a hacer es licenciar nuestro
contenido para empresas con ánimo de lucro. Hay una que va a vender aparatos al
mercado educativo que incluirán la parte en vídeo de lo que hacemos.
TR: Hay gente que ofrece cursos universitarios gratuitos.
¿Ve un modelo en el futuro en el que se pague por ellos?
SK: Esta es mi
idea del aspecto que podría tener la cosa dentro de cinco años: la parte del
aprendizaje será gratuita, pero si en algún momento quieres demostrar lo que
sabes, para tener algo que lo acredite, tendrás que ir a un centro de exámenes.
Y eso costará algo. Pongamos que cuesta 100 dólares (unos 78 euros) administrar
el examen. Veo posible cobrar 150 dólares (unos 118 euros) por ello. Y tendrías
50 dólares (unos 40 euros) de margen pare reinvertir en la parte de la
enseñanza gratuita.
Creo que
eso es coherente con la misión. Haces que el coste de la acreditación baje de
miles de dólares a cientos de dólares. Y además el sistema [de software] les
diría cuándo están preparados. Así que se acabó pagar la universidad para
adultos y abandonar, o terminarla toda y decir “ahora tengo una deuda de 20.000
dólares (unos 16.000 euros) y ¿qué he sacado?”.
En vez de
eso sería: “Mira, aquí hay una microcredencial en contabilidad básica que puedo
conseguir por 150 dólares y sabré que puedo aprobarla antes de invertir ese
dinero”. Eso sería algo tremendamente positivo para los consumidores de
educación y podría pagar la factura de la enseñanza.
TR: ¿Podría definir a qué se refiere con una ´educación de
primer nivel´?
SK: ´De primer
nivel´ probablemente sea lo más difícil de definir. La aspiración no es [crear]
una alternativa barata para aquellos que no se puedan permitir otra cosa.
Realmente queremos que sea tan buena o mejor que cualquier cosa por la que la
gente esté cobrando. Cuando la gente ve nuestros vídeos, queremos que digan:
“He aprendido tanto como podría haber aprendido con cualquier otro medio”.
Pero este
punto también es donde nuestra misión entra más en lo físico. Por un aparte
somos un sitio web, pero hemos entrado en una discusión más amplia sobre qué es
un aula y cuál es el mejor uso posible para ella. La mitad de lo que hablo no
tiene que ver con el software de Khan Academy; es la idea general de que ya
nadie debería estar dando clases magistrales. La idea es quitar las clases del
medio, para que cuando los seres humanos se reúnan en un aula lo hagan para
resolver problemas.
TR: Se ha convertido en el educador del que más se habla
en el mundo. Pero ni siquiera tiene formación pedagógica. Eso ha molestado a
algunos, ¿verdad?
SK: Mire, la
pedagogía se parece mucho a la economía. Podría encontrar dos doctorados en
educación que se encuentran en polos completamente opuestos. Es como los
keynesianos frente a la escuela de Chicago en economía. Es algo que se observa
en el debate sobre las Nuevas Matemáticas frente a las viejas matemáticas. Las
guerras matemáticas llevan librándose décadas. Se odian. Se gritan unos a
otros. Nosotros intentamos no ser dogmáticos.
Gran parte
de las críticas que he recibido dicen: “No existe una poción mágica. La
Academia Khan no va a resolver los problemas de la educación”. Y estamos cien
por cien de acuerdo con ello. Al mismo tiempo, creo que estamos justo al inicio
del primer tiempo del partido. A lo largo de los próximos cinco años vamos a
invertir mucho, más que nadie, en analíticas que permitan una evaluación
dinámica. ¿Qué sabe un alumno? ¿Qué es lo que no sabe? ¿Cómo de eficaz es el
tutorial? Eso es lo emocionante. Esa es la posibilidad de experimentar a la
velocidad de Internet con volúmenes de datos a la escala de Internet. Lo que se
observa ahora en Khan Academy es, en forma de aproximación y en bruto, el punto
donde estaremos dentro de 5 o 10 años. Y ni siquiera eso será la poción mágica.
Pero estaremos yendo por el camino adecuado.
TR: En su declaración de misión, habla de educación ´para
cualquiera´. No dice para ´todos´. ¿Qué ha aprendido sobre la demanda real de
conocimiento?
SK: No creo
que pensara tanto en ello cuando lo escribí. Cuando empecé esto, pensé que
podría ser interesante para personas como yo cuando tenía 12 años, bastante
motivadas. Y quién sabe cuántas de esas personas existen. La mayoría de los
sitios para personas motivadas tienen como mucho decenas de miles de usuarios.
Nosotros nos acercamos a los 6,5 millones de usuarios únicos al mes. Pero si
nos fijamos en el grado de implicación –quién está muy metido en esto y pasa
mucho tiempo viendo los vídeos- pues son un par de cientos de miles.
Lo más
importante que he aprendido, y lo vemos en las aulas, es que quienes están
motivados y quienes pueden implicarse forman un grupo mucho mayor de lo que
pensábamos en un principio. El principal motivo por el que los estudiantes se
desmotivan y abandonan es que están frustrados. Están en una clase de álgebra,
pero no tienen una buena base en preálgebra o aritmética. La información les
pasa por encima y no se están enterando. Así que se dedican a montar el número
al fondo de aula. Y creo que es algo que pasa universalmente.
TR: ¿Cuál es la mayor presión a la que se ve sometido que
vaya en contra de su misión?
SK: Eso nos
lleva de vuelta a la primera pregunta, la parte de la gratuidad. Tengo que
recolectar recursos para este esfuerzo. Y si me dedico a eso, entonces no me
dedico a hacer los vídeos o a ayudar al equipo con el producto. Muchos de los
directores de organizaciones sin ánimo de lucro son personas cuya labor es
dedicarse a recaudar fondos. Ese no es mi caso, pero lo hago de todas formas.
Así que es una tensión. El año que viene nuestro presupuesto será de 10
millones de euros y pagamos bien a la gente. Pero no damos opciones de
acciones. La gente que trabaja aquí tiene que sentir que vamos a seguir aquí.
Intento que tengamos ese recorrido.
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