En el mundo de la
educación en línea, cada vez se difunde más un término un poco raro: MOOC,
acrónimo del Inglés Massive Online Open Courses (en español Cursos Online
Abiertos y Masivos). Las universidades más importantes del mundo están
experimentando con el diseño de este tipo de cursos, en México, los principales
ejemplos son de la UNAM y el Tecnológico
de Monterrey. Además, cada vez surgen iniciativas de instituciones privadas que
están explorando las posibilidades educativas (y lucrativas) de estos cursos
que se dan en línea y a los que potencialmente pueden acceder miles de
personas.
Para entender un
poco más acerca de lo que implican estos cursos, retomamos algunas de las ideas
plasmadas en el artículo de Carlos Gómez Abajo, publicado el 13 de septiembre
en la versión on line de el periódico español El País. El artículo retoma las opiniones
de varios expertos españoles que han seguido de cerca la evolución de la
educación en línea.
En particular, a continuación resaltamos el recuento
histórico que realiza Carlos Gómez sobre el origen y desarrollo de los MOOCs,
así como una breve explicación de en qué consisten y los retos y oportunidades
que representan en el futuro.
De acuerdo a lo que
comenta Gómez, los primeros cursos de este tipo surgieron en Canadá:
"En un principio, los MOOC surgieron en Canadá con un afán conectivista –cMOOC–. Eran más interactivos y no contaban con un programa de aprendizaje tan rígido. Pero los que más impacto han tenido finalmente han sido los MOOC, más similares a los tradicionales (en financiación y en planteamiento). Diecisiete de las 30 principales universidades del mundo tienen ya experiencias MOOC consolidadas (…)El término MOOC fue acuñado en 2008 para bautizar un curso de la Universidad de Manitoba (Canadá) que tenía 25 estudiantes de pago y presenciales y 2.300 estudiantes gratuitos y online."
Más adelante, Gómez
Abajo trata de poner en claro qué son los MOOC, cómo funcionan y de qué manera
se puede certificar un estudiante:
"Los MOOC son bastante más que el simple volcado en la web de la universidad de unos vídeos realizados por los profesores: los estudiantes deben participar activamente, y se otorgan certificados –con distinto grado de prestigio– a los alumnos que completan los estudios. Los MOOC se desarrollan generalmente en colaboración entre plataformas tecnológicas especializadas, como Coursera –nacida en la Universidad de Stanford– o Miriada X, y universidades u otros centros de conocimiento (museos, asociaciones profesionales, escuelas privadas, centros asociados a universidades, etcétera)." "Sin necesidad siquiera de apuntarse a ningún curso, cualquiera puede bucear en las webs de las universidades para encontrar un curso a su gusto y estudiarlo. No conseguirá ningún título, pero tampoco tendrá ninguna presión por aprobar el examen." "Las plataformas que dan soporte a los cursos certifican por defecto (y gratuitamente) a los alumnos que los completan, pero nadie garantiza fehacientemente que haya sido el propio alumno el que ha realizado los exámenes. Por una módica cantidad, ofrecen un servicio de signature track que certifica de forma más fiable el trabajo del alumno, aunque aun así sigue sin tener validez académica (es decir, que no se puede convalidar con créditos universitarios, por ejemplo)."
Para finalizar,
Gómez apunta algunos de los retos que tienen los MOOC para convertirse en una
opción viable financieramente para las universidades.
"Para que los MOOC sean financieramente sostenibles será necesario que haya diversos niveles de participación de pago: partiendo de una o varias modalidades que ofrecerán distintos niveles de acceso a tutorías individualizadas, hasta llegar a modalidades en las que la universidad no solo certificará la realización del curso, sino que permitirá obtener créditos en titulaciones regladas."
"Esta última modalidad ya existe en EE UU a través del certificado ACE. Las posibilidades son muchas: podrían plantearse, por ejemplo, titulaciones tipo máster hechas de la combinación de cursos propios con cursos MOOC de otras instituciones."
"En un MOOC, los costes no son directamente proporcionales al número de alumnos, y el coste de profesor es casi el mismo con 10.000 o con 20.000 alumnos, aunque está claro que es fundamental poder medir bien la tasa de estudiantes que no terminan los ciclos online”. La posibilidad de que los países en desarrollo se beneficien de los MOOC es evidente."
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